viernes, 4 de septiembre de 2020

REFLEXIÓN FILOSÓFICA. INTERCULTURALIDAD.

 REFLEXIÓN FILOSÓFICA. INTERCULTURALIDAD.

La interculturalidad está lejos de haberse logrado porque hay casos en los cuales la violencia es imperante. Pensemos, por ejemplo, en el yihadismo: la multitud de atentados terroristas y la gran cantidad que estos bombardeos han causado, solo por toparse con diferentes culturas no seguidoras del islam, nos demuestran lo lejos que estamos del interculturalismo hoy en día, cuando temblamos de miedo al asistir a un evento muy popular y abarrotado de personas y acordarnos del terrorismo yihadista.

En fin, que si la interculturalidad es un proyecto universal con vistas a la convivencia y al respeto a la diversidad cultural, será muy complicado llevarlo a cabo por completo, existiendo yihadistas, que desean acabar con Occidente, y en general, con cualquiera que contradiga su forma de pensar. Representan lo contrario a lo que se busca para poder llevar a cabo la interculturalidad.

Por otra parte, la xenofobia todavía está presente hoy. Así, muchas personas, si ven a otra que no sigue las costumbres de esa sociedad, que no quiere impregnarse de la cultura dominante del lugar, que esta alejada de esa “cultura superior” que ellos creen única; no los mirarán con extrañeza sino con odio.

¿Cuántos comentarios despectivos gratuitos, racistas y xenófobos hemos escuchado? Incluso, pensándolo bien, no es necesario si quiera tener otras raíces culturales para que te falten el respeto y hieran tu dignidad. Ni siquiera muchos son capaces de respetar la dignidad de miembros de la misma cultura que ellos, por lo que: ¿cómo iban entonces, con esos prejuicios contaminando su ser, a ser capaces de pensar que las personas de otras culturas merecen los mismos derechos y respeto que ellos? El respeto brilla por su ausencia, en diversas ocasiones.

La cultura, el orgullo exaltado hacia la cultura propia, parece, desde lejos, inofensivo; pero podría constituir el camino al sentimiento de “cultura superior”, sin entender que el criterio de superior lo tenemos sistematizado acorde a lo que se nos ha enseñado y transmitido, acorde a nuestro sistema de conocimientos adquirido, empapado por nuestra cultura. No entendemos que aquello de “superior” e “inferior” es puramente subjetivo, que no podemos creernos mejores que nadie y que las culturas son diferentes, y basta. Lo que digo es que, ese sentimiento de superioridad cultural podría desembocar en aborrecer cualquier cultura distinta (porque la mejor es la propia), en señalar al diferente, al transgresor, a esa persona que es de una cultura distinta a la nuestra, que tiene unos rituales extraños y diferentes, otras creencias, y que, para qué engañarnos: es un bicho raro. Ese orgullo cultural llevado al extremo podría desembocar en xenofobia, imposibilitando la interculturalidad.

En resumen, si nos creemos superiores a otras culturas, no podrá haber interculturalidad, porque no existirá ese anhelado diálogo justo. Si nos creemos mejores, no escucharemos abiertamente otros puntos de vista. No se producirá un diálogo igualitario si pensamos que lo nuestro es lo mejor y tenemos la cabeza llena de prejuicios.

Mientras, existen países en los que no se aplican los derechos humanos, y no creo que esos gobiernos corruptos que permiten que eso ocurra con sus habitantes, estén interesados en un proyecto universal como lo es la interculturalidad.

La libertad, la igualdad y la solidaridad: son herramientas fundamentales para el proyecto intercultural, y yo pienso que hace falta un poco más de todas ellas para poder ponerlo en práctica.

¿Y respeto al pluralismo? Es complicado pensar en que se tengan en cuenta las culturas minoritarias, mucha atención tendríamos que prestar y mucho respeto poner en nuestro interior para callarnos un momento y pararnos a escucharlas: una diminuta y bajita voz, que solo con una décima parte de gente de nuestra cultura hablando sería capaz de silenciarla.

Con todo, no doy nada por imposible. Quizás algún día alcancemos la tan idílica interculturalidad. Primero necesitaremos abandonar los prejuicios filosóficos, hacernos una “autoevaluación” como personas y reconstruirnos.

Necesitaremos alcanzar la tolerancia, por mucho de que se detesten los pensamientos de la cultura de quien se ha sentado a tu lado. Y, por encima de todo, necesitaremos cooperar, pues es un proyecto mundial, no cosa de un continente o dos.

Debemos dejar de tratar de reconducir a las personas que se salen de las pautas que nuestra cultura marca. Que cada quién escoja qué quiere hacer, qué cultura seguir. Simple cuestión de libertad. Tenemos derecho a ella. TODOS NOSOTROS.

Habrá que trabajar mucho en el proyecto para que sea aceptado por todos: en cómo proponerlo, con qué método lo difundimos, cómo concienciamos y damos a conocer sus ideas, objetivos y ventajas…

Para acabar, y no menos importante: centrémonos en todo lo que nos une, no en lo que nos separa. Tan diferentes no somos, al fin y al cabo. Todos queremos ser felices, una vida digna, sobrevivir… Somos Homo Sapiens. Tenemos los mismos antecesores, prácticamente las mismas características fisiológicas.

¿Por qué nos empeñamos en discutir por nuestras diferencias si pertenecemos a la misma raza: la humana?

 

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