1ª OPCIÓN
1/
Ambas fuentes son primarias, públicas y de carácter
jurídico-político.
La primera es una proclama anónima que reproduce la
ideología carlista, por lo que se trata de una argumentación a favor del
carlismo y su finalidad es persuasiva. El destinatario es público y colectivo
(los alaveses y los españoles). La situamos en Álava, a 7 de octubre de 1833,
habiendo comenzado hace poco más de un mes, la Primera Guerra Carlista.
La segunda es un fragmento del Convenio de Vergara rubricado
entre los generales Espartero (líder de los isabelinos) y Maroto (líder de los
carlistas tras la muerte de Zumalacárregui) poniendo fin a la Primera Guerra
Carlista. Situamos el documento en el cuartel de Vergara, a 31 de agosto de
1839. Se trata de una exposición y su finalidad es exhortativa.
2/Situamos las fuentes en el contexto de la muerte de
Fernando VII (1833) y el inicio de la Regencia de María Cristina y el estallido
y fin de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Pertenecen al siguiente bloque
temático: ‘La Construcción del Estado Liberal (1833-1874)’.
En la proclama carlista se expone en primer lugar el deseo
de acabar con el Estado liberal que está abriéndose paso paulatinamente con la
Regencia de María Cristina. Se dirige a los alaveses para expresar la
indignación por la abolición de sus fueros y privilegios, algo fundamental para
todos los carlistas. Así con las palabras patria, Dios, rey y fueros, podríamos
resumir el ideario carlista (entendiendo a Carlos María Isidro como rey, claro
está). Conciben a la regenta como a una canalla de cuyas garras hay que salvar
a la patria.
En el Convenio de Vergara que pone fin a la Guerra Carlista
es una negociación entre los generales Espartero (jefe del ejército isabelino)
y Maroto (jefe del ejército carlista) que establece una serie de condiciones.
En primer lugar Espartero se compromete a devolver los fueros vasco-navarros.
En segundo lugar, los generales carlistas deberán o bien alinearse a las tropas
isabelinas en defensa de la Estado
liberal, de la Constitución de 1837, de Isabel II y de la regenta; o bien
retirarse manteniendo su sueldo.
3/ Los carlistas eran los partidarios de Carlos María Isidro
y los defensores del movimiento político español de carácter tradicionalista y
legitimista surgido durante la primera mitad del siglo XIX como reacción al
proceso de modernización liberal. El carlismo hizo bandera de la defensa de la
religión católica, la patria, la monarquía tradicional y los ‘Fueros’. En
general, los carlitas se dividían en dos facciones: los partidarios a negociar
y los más radicales, como el general Cabrera. Los carlistas protagonizaron tres
guerras carlistas, y tras la última, en que se abolieron los fueros, hubo
muchos políticos fueristas y una facción del carlismo derivó en una ideología
nacionalista, surgiendo el PNV de la mano de Sabino Arana Goiri.
El término "isabelinos", agrupaba a los que apoyaron la causa
de Isabel, la hija de Fernando VII y reina de España. En este bando se
congregaron los partidarios de los principios liberales, que vieron en la
defensa de los derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo
de sus ideales.
4/
a) En primer lugar, la causa principal de la Primera Guerra
Carlista es la derogación de la Ley Sálica por la Pragmática Sanción, que
establecía el derecho de las mujeres a acceder al trono, en caso de no haber
ningún hijo varón. Muchos preferían que estuviera en el trono el hermano del
rey: Carlos María Isidro de Borbón. Este apoyaba todos los principios del
carlismo, mientras que con María Cristina podría llevarse a cabo una revolución
liberal de la cual ellos (ultraconservadores) estaban en contra.
La Primera Guerra Carlista se inició nada más morir Fernando
VII. Se pueden distinguir tres fases:
Desde finales de septiembre de 1833 hubo brotes armados en
Valencia, Castilla, Navarra..., con Zumalacárregui a la cabeza. Pronto formaron
dos zonas de guerra abierta: las provincias vascas y el N de Cataluña, a las
que se sumaron otras zonas. La muerte de Zumalacárregui en 1835 en Bilbao
finalizó esta etapa.
En segunda etapa (1835-1837) la guerra se extendió por todo
el territorio nacional. La marcha del conflicto fue variando entre ambos
bandos. Destacaron las expediciones carlistas del general Cabrera.
De octubre de 1837 a 1839, tuvo lugar la última fase, con el
triunfo de los isabelinos. Dentro del carlismo surgió una división entre los
más conservadores (apostólicos) y los menos radicales, partidarios de negociar.
Triunfó esta última postura, que permitió la firma del
Convenio de Vergara, entre Espartero (líder del ejército isabelino) y Maroto
(jefe del ejército carlista). En él se prometía el mantenimiento de los fueros
vascos, que Espartero incumplió.
El rechazo a este acuerdo por el sector apostólico y del
propio don Carlos prolongó l guerra en Cataluña y Aragón hasta la derrota
definitiva en Morella (1840) de las tropas del general Cabrera.
b) En cuanto a las guerras acaecidas en España en el siglo
XIX destacamos las tres guerras carlistas y las relacionadas con Latinoamérica.
En cuanto a las guerras carlistas, ya hemos explicado la
primera (1833-1840) que comienza con la muerte del rey Fernando VII y su
promulgación de la Pragmática Sanción y finaliza con el ‘abrazo de Vergara’
entre el líder de las fuerzas isabelinas (Espartero) y el de las fuerzas carlistas
(Maroto).
La segunda guerra carlista (1846-1849) se inició en Cataluña
y se desarrolló también en Valencia y en Toledo. Su causa fue la oposición al
posible matrimonio entre Isabel II y don Carlos Luis, hijo de Carlos María
Isidro.
La tercera guerra carlista (1872-1876) se caracterizó por
levantamientos en Barcelona, Valencia, Girona… Dichos levantamientos fracasaron
hasta 1873, cuando don Carlos volvió a entrar en España y los carlistas
ocuparon las provincias vascas, Navarra, parte de Aragón… Destaca el sitio de
Bilbao, en el que ganaron las tropas liberales. La centralización establecida
en 1876, tras el fin de la guerra, acabó con los fueros y abrió el camino para
la transformación del fuerismo en un nacionalismo de base étnica, católica y
xenófoba.
En cuanto a la independencia de las colonias americanas
(1810-1824) , destacan una serie de factores que dieron lugar al movimiento
independentista:
El reformismo borbónico del siglo XVIII incrementó el
control económico y administrativo sobre las colonias americanas, cuyos
principales puestos del gobierno a concedían a peninsulares, dejando fuera a
los criollos. Y la progresiva liberalización con América benefició más a los
comerciantes peninsulares que a los criollos.
Influyeron también la revolución americana (1776) y la
francesa (1789), así como los intereses del Reino Unido.
De 1808 a 1815 se formaron juntas leales a Fernando VII,
pero en ellas los criollos fueron desplazando a los peninsulares. En 1810
comenzaron a surgir proclamas independentistas y a extenderse.
De 1816 a 1824 la lucha estuvo más organizada. Destacan
Simón Bolívar y San Martín.
El balance fue la pérdida de todos los territorios de las
colonias americanas excepto Puerto Rico y Cuba.
El conflicto resurge en 1868. Se trata de la guerra larga de
Cuba o la guerra de los diez años, liderada por Carlos Manuel Céspedes e
iniciada con el grito de Yara. La fase más dura tuvo lugar ya en la etapa de la
Restauración hasta la firma de la Paz de Zanjón en 1878. Detrás del conflicto
estaba la abolición de la esclavitud, que perduraría hasta 1886.
De 1895 a 1898 tuvo lugar la contienda bélica conocida como
el ‘desastre del 98’, que supuso la pérdida de Cuba y de Puerto Rico.
Destacamos las siguientes etapas:
Desde la sublevación en 1895 hasta la muerte del líder de la
independencia, José Martí, en mayo.
La segunda etapa (1895- enero de 1896) fue el momento de
mayor avance de los sublevados, que el general Martínez Campos se vio incapaz
de frenar.
En la tercera fase
(enero de 1896- diciembre de 1897) el general Weyler sustituyó a
Martínez Campos. Se intensificó la interferencia de Estados Unidos en el
conflicto, que quería una Cuba independiente.
En la última fase tuvo lugar la guerra
hispano-estadounidense. El balance fue la firma del Tratado de París, por el que
España reconocía la independencia de Cuba, y cedía Puerto Rico, Filipinas y la
isla de Guam a Estados Unidos, a cambio de una compensación de 20 millones de
dólares.
2ª OPCIÓN
1/
La primera fuente es primaria y pública: se trata del
fragmento de una entrevista concedida por Franco a la revista Candide, en la
que el dictador defiende la autarquía (tema económico). La finalidad por tanto,
es persuasiva y se trata de una argumentación dialogada. Situamos la entrevista
a 18 de agosto de 1938. El destinatario es público y colectivo.
La segunda fuente es primaria y testimonial: es un informe
en el que se realiza un diagnóstico sobre la pobreza y el hambre que afectaban
a la mayor parte de la población española en los años cuarenta (tema
económico). La autoría es individual (el profesor Walter Starkie, Director del
Instituto Británico en Madrid). La finalidad es didáctica y se trata de una
explicación, que situamos en noviembre de 1940.
2/
Los documentos pertenecen al siguiente núcleo temático:
‘La Dictadura Franquista (1939-1975)’. En concreto los situamos en el contexto
de la difícil situación económica y social de la posguerra española y de la
política autárquica y de racionamiento llevada a cabo por la dictadura
franquista.
En el primer documento Franco ensalza la economía de España
(‘riquezas agrícolas’, ‘no hemos tenido que contraer deudas con nadie’,
‘nuestra producción es lo suficientemente abundante’…) para argumentar su
política económica autárquica de autosuficiencia, que según él, permitía
asegurar la supervivencia de todos, haciendo que importar productos del
extranjero fuera algo de poca utilidad. En este contexto autárquico, pretende
que España supere al resto de potencias por su propia cuenta.
En el segundo texto, la idea principal es reflejar el
sufrimiento de una población sometida al hambre, la incapacidad para cubrir las
necesidades vitales básicas y la escasa efectividad de las cartillas de
racionamiento.
3/
Definimos ‘autarquía’ como el conjunto de medidas
económicas que tienen por objeto la autosuficiencia económica en todos los
órdenes. En el contexto de la posguerra española está relacionado con las
políticas económicas y sociales desarrolladas por el régimen franquista hasta
la década de los cincuenta, motivadas por la guerra y el contexto
internacional: primero la II Guerra Mundial y a partir de 1946 el ‘cerco
internacional’ a España.
El ‘racionamiento’ es la asignación por el Estado de
cantidades fijadas para adquirir productos básicos de alimentación y de primera
necesidad por parte de la ciudadanía. En el caso español está relacionado con
los problemas de abastecimiento de la posguerra.
4/
a) La economía de España inmediatamente después de la Guerra
Civil se caracteriza por la crisis y la autarquía. Esta se implanta por motivos
ideológicos (Franco cree, como vemos en la entrevista, en la autosuficiencia
del país en función de sus recursos) y además por otros aspectos como el
aislamiento que sufre (únicamente se mantenía contacto con Portugal, Argentina
y el Vaticano). Esta política conlleva un deterioro mayúsculo en las
condiciones de vida de los ciudadanos (hambre, miseria, falta de derechos
sociales…). A los años cuarenta se los conoce como los años del hambre.
Se apostó por el raciocinio de productos básicos,
desembocando en las cartillas de racionamiento (duran hasta 1952). Ante la
necesidad de muchos españoles de consumir más allá de su limitación surge el
mercado negro o estraperlo. En este se aprovechaba la necesidad del comprador para
explotar los precios de su mercancía no declarada al Estado.
Además, en cuanto a política, los años cuarenta representan
la etapa del régimen franquista más cercana al fascismo, en la que la FET y de
las JONS tenía muchísima relevancia en el control, junto con la Iglesia, de
todos los ámbitos de la vida.
b) En la Segunda República (1931-1936) se aplicaron diversas reformas:
Hubo una reforma eclesiástica: ley del divorcio (1932), ley
de confesiones y congregaciones religiosas (en 1933, por la cual se prohibía a
la Iglesia poseer centros docentes).
En respuesta al analfabetismo tan elevado, se llevó a cabo
una reforma educativa: creación de escuelas (también para paliar el cierre de
las religiosas), y extensión de la cultura popular (Misiones Pedagógicas).
Ante el latifundismo, el paro y la miseria del mundo agrario
(sobre todo en el sur, donde abundaban los jornaleros), la ley de la reforma
agraria (1932) establecía ciertos tipos de tierras como expropiables (las no
aprovechadas o permanentemente arrendadas, por ejemplo) para el asentamiento de
campesinos. Se pretendía un mejor reparto de las tierras, más justo.
Ante la conflictividad laboral, se aplicaron reformas para
mejorar las condiciones del trabajador: leyes de contratos de trabajo, de
jurados mixtos y de asociaciones obreras.
Por último, en cuanto a la cuestión territorial, se definió
un ‘Estado integral’ y se concedió en 1932 el estatuto de autonomía a Cataluña.
Como cabe esperar, con en la dictadura franquista se
frenaron todas las reformas. El primer franquismo supuso un retroceso general
de las condiciones de vida y de trabajo. Pasamos de jurados mixtos al Sindicato
Vertical, controlado por la Falange. Se prohibió la negociación colectiva y
también la huelga.
La situación mejoró con el desarrollismo de los años 60, un
período de crecimiento.
En 1959 el régimen franquista aprobó el Plan de
Estabilización, propuesto por los tecnócratas, que consistía en dar estabilidad
a la peseta, reducir la inflación, fomentar la inversión extranjera y limitar
el gasto público. El fin era liberalizar el mercado.
A continuación se llevaron a cabo en los años sesenta los
Planes de Desarrollo, para la modernización industrial. Hubo tres y cada uno se
dedicó a potenciar la industria en ciertas zonas de España, llamadas polos de
desarrollo. Se produjo una emigración que permitió acabar con el paro. Como
consecuencia, algunas zonas quedaron despobladas. Desde 1963 aumentaron las
prestaciones sanitarias y los sistemas de pensiones. La mejora del nivel
adquisitivo de la población favoreció el desarrollo del capitalismo. La
población creció en la década de los sesenta de 30,4 a 33, 8 millones de
personas. Se consolidó una clase media de gran peso y comenzaron las
movilizaciones de oposición a la dictadura por parte de trabajadores y
estudiantes.
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