jueves, 13 de agosto de 2020

GEOGRAFÍA: Ejemplo comentario mapa regadío


Ejemplo comentario mapa regadío

(Mapa regadío página 152 del libro de 2º Bachillerato de Anaya)

El documento que analizaremos a continuación es de fuente secundaria, ya que es un documento cartográfico. Es un mapa corocromático porque representa el fenómeno geográfico mediante colores. En cuanto a la autoría del documento, se trata del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA).

En este mapa de la distribución del regadío en España, aparece el territorio español de color amarillo y en verde las áreas puestas en riego. Las líneas rojas demarcan las cuencas hidrográficas.

Para comenzar, definimos regadío como una práctica agrícola consistente en aportar a los cultivos agua adicional a la proporcionada por las precipitaciones. Los regadíos pueden ser intensivos –proporcionan varias cosechas anuales interesantes económicamente, destacando cultivos hortofrutícolas e incluso tropicales- o extensivos –proporcionan una cosecha en la misma época que la de los secanos vecinos. Sus cultivos son como los anteriores pero se incluyen los industriales y forrajeros-. El regadío emplea diversos sistemas como: riego por gravedad, por aspersión o por goteo.

En el mapa observamos los contrastes de la distribución del regadío: una clara ausencia en el norte peninsular (excepto Galicia) y predominancia en la zona de clima mediterráneo –precipitaciones escasas e irregulares-, donde distinguimos entre dos zonas –el litoral mediterráneo y el interior peninsular-.

En el litoral predomina el regadío intensivo, favorecido por: temperaturas suaves, la disposición a sotavento por el relieve –que tiene un papel de protección-, suelos apropiados y la demanda internacional.

En cuanto al interior peninsular, el regadío extensivo es el dominante, beneficiado por: el agua aportada por los ríos, la mecanización de sus cultivos, la demanda en aumento de cereales-pienso y cultivos industriales. Sin embargo, encontramos regadío intensivo a orillas del Ebro y del Guadalquivir.

Respecto a las consecuencias del uso del sistema de regadío podemos hablar de ventajas y problemas, así como de soluciones y propuestas planteadas por la política de riego:

Las ventajas se pueden analizar desde varios ámbitos:

En economía, el regadío ha supuesto la estabilización de la producción, al no depender de las condiciones del clima –de la sequía que resulta desfavorable para la agricultura-. Además, la producción se ha incrementado y diversificado –el sistema de regadío es mucho más productivo que el de secano-, lo que permite mayor rentabilidad. Esto es: mayor renta para los agricultores y para el país, dado el aumento del valor de las exportaciones.

Esta estimulación económica repercute en la sociedad mejorando el nivel de vida, ya que si aumentan los rendimientos y los ingresos, también lo harán la demanda y la oferta de servicios.

En el ámbito demográfico, estas consecuencias derivadas por el sistema del regadío provocarían que se mantuviera la población en esas zonas e incluso atraería a inmigrantes dispuestos a realizar actividades agrarias. Atraería también a industrias que necesiten materias primas que proporcionen los cultivos y a servicios relativos al riego.

Culturalmente, el regadío mejora la preparación técnica y profesional, además de mantener un patrimonio cultural e histórico (acequias, instituciones de gestión del agua como los tribunales de regantes –de la época musulmana-, vocabulario, información…)

En el terreno ambiental, el regadío contribuye a la diversidad de ecosistemas y de paisajes.

En lo referente a problemas derivados del regadío destacan los siguientes: el derroche de agua por sistemas ineficientes (como el sistema por gravedad o fugas en las conducciones), la conflictiva competencia por el uso del agua, la alteración del medio ambiente (erosión del suelo por el agua, contaminación del suelo y del agua por los fertilizantes) y pérdida del valor paisajístico por infraestructuras de riego y por estructuras de plástico de los invernaderos.

Por último, para tratar de solucionar estos problemas, la política de riego se propone que este sea más eficiente: uso de sistemas menos consumidores, sensibilización de los regantes, contadores y precios que promuevan un uso eficiente, balsas de almacenamiento, aprovechamiento de agua desalada y regenerada, automatización –para precisar el tiempo de riego y la cantidad de agua y de fertilizantes-.

Otras propuestas son: mejorar las condiciones socioeconómicas de las áreas de riego, conservar los valores naturales, culturales y paisajísticos relativos al riego; así como el uso de fuentes renovables y la mejora de la eficiencia energética –con el fin de minimizar el impacto ambiental-.

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