jueves, 20 de agosto de 2020

FILO EBAU JULIO 2017 NIETZSCHE

 FILO EBAU JULIO 2017 NIETZSCHE

1/ A continuación comentaremos el fragmento inicial de ‘El problema de Sócrates’, de la obra ‘Crepúsculo de los ídolos’ del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

El texto habla de la vida (tema) y de que Sócrates, al igual que muchos sabios, poseía una actitud antivitalista (tesis).

El problema filosófico podría ser: ¿qué error cometieron los ‘sabios de todas las épocas’?

A través de una estructura argumentativa y de un lenguaje muy metafórico y lleno de ironía, el autor nos conduce de la mano hasta la conclusión:

Comienza introduciendo su tesis: los sabios ‘en todas las épocas’ (línea 1) han menospreciado la vida. Su actitud antivitalista era muy notoria, pues de su boca salía un sonido de ‘cansancio de la vida, lleno de oposición a la vida’ (línea 3, primer argumento).

Nos cuenta Nietzsche que Sócrates dijo antes de su muerte que debía un gallo a Asclepio, dios de la medicina; y que ‘estaba harto’ (línea 5, segundo argumento) de la vida. Con esto se refiere a que Sócrates lo concebía la vida como una condena, como una enfermedad, que llega a su fin con la muerte.

A continuación emplea la ironía: ‘consensus sapientum’ (línea 7) para referirse a todos los filósofos opuestos a la vida, que para él están lejos de ser sabios. Por eso nos dice en tono exclamativo que a estos sabios ‘primero se los debería examinar de cerca’ (línea 9 a 10, tercer argumento).

En la conclusión (línea 10 a 12) el autor formula preguntas retóricas, por lo que no se trata ni mucho menos de una conclusión cerrada, sino que invita a la reflexión. Está cuestionando la credibilidad de los sabios, que quizás, después de todo, no lo sean: ‘¿eran décadents?’. Y por último sugiere sirviéndose de una imagen surrealista (‘la sabiduría en la tierra como un cuervo al que entusiasma un ligero olor a carroña’) que la razón, la sabiduría, no es más que una enfermedad que no está relacionada precisamente con la vida, sino con carroña, con putrefacción y decadencia.

2/ El término ‘vida’ aparece por primera vez en la línea 1: ‘Sobre la vida, en todas las épocas los muy sabios han juzgado mal: no vale nada…’. También lo encontramos en la línea 3 para continuar describiendo la actitud antivitalista de muchos sabios: cansancio de la vida, oposición de la vida.

Para Nietzsche la vida es energía, potencia, fuerza; y la voluntad de poder aspira a afirmarla. Nietzsche concibe la vida como una experiencia plena, una aventura; por lo que lo lícito es vivirla, no desaprovechar el tiempo haciendo valoraciones lógicas sobre ella, cuando precisamente está caracterizada por no obedecer a lógica alguna, por el cambio y el desorden.

Nietzsche distingue dos tipos de vida: la vida descendente y la ascendente.

La primera la protagonizan aquellos que poseen una voluntad de poder débil, reprimen sus instintos (son unos enfermos) y encuentran el placer como ‘tranquilidad de espíritu’, como un reposo o bostezo.

En contraposición, la vida ascendente la protagonizan aquellos que tienen un voluntad de poder fuerte, aprovechan sus instintos (optan por lo saludable, por afirmar la vida, son los vitalistas) y encuentran en placer como un efecto colateral de experimentar la vida al máximo, aunque muchas veces también se enfrentan al dolor, pues forma parte de la vida.

3/ El nihilismo y el superhombre

¿Qué es el nihilismo y qué relevancia tiene en la filosofía de Nietzsche? ¿Qué relación tiene con el superhombre? ¿Qué es el nihilismo pasivo y cómo superarlo? A continuación explicaremos, partiendo del método de análisis genealógico, qué es el nihilismo y cómo podría superarse hasta llegar al superhombre.

 

Para llegar al nihilismo y al superhombre, es necesario partir del método de análisis genealógico, que es el que usa Nietzsche para romper ‘filosofando a martillazos’ con la razón y l cultura occidental, mostrando su decadente origen.

Sus dardos atentan contra la moral, la metafísica, la ciencia y el lenguaje; pero por encima de todo, contra la RAZÓN, que es la causa a l que se deben la existencia de todos estos elementos que conforman nuestra cultura.

¿Dónde está el origen del error? Para hallarlo debemos remontarnos a la Antigua Grecia: Sócrates y Platón rompieron con el equilibrio apolíneo-dionisíaco que imperaba, exaltando únicamente lo apolíneo (lo raciona, el orden, el control…) y condenando lo dionisíaco (lo irracional, pasional, desordenado…).

¿Por qué hicieron esto? Por miedo. Eso es lo que hay tras nuestra cultura y tras la racionalidad: miedo. Tenían una débil voluntad de poder, por lo que no sabían aceptar el casi y devenir que caracteriza al mundo y decidieron crear trasmundos metafísicos tras los que refugiarse, que serían estables, inmutables, perfectos, trascendentes, eternos… (pero que en realidad no existen, son solo una ficción generada por la razón y que nada tiene que ver con el mundo real).

¿Qué papel juegan en esto el lenguaje y la moral? Bien, pues a estos filósofos, Nietzsche los llamaba filósofos-momia, porque establecían definiciones que pretendían que fueran universales y unívocas, a través de conceptos. Así limitaban la realidad e ignoraban el cambio que la caracteriza.

En este sentido, también es susceptible de crítica la ciencia, pues aunque parta de lo observado en el mundo sensible, formula leyes con pretensión de trascendencia, olvidando la realidad: todo deviene, no tiene sentido establecer leyes ‘universales’.

Pero además, estos filósofos, en cuanto a la moral, en contra de la moral de señores, que potenciaba al cuerpo y a los instintos, establecieron que lo ‘bueno’ era la prudencia, la sabiduría, el orden…; mientras que lo ‘malo’ eran las pasiones e instintos que apartaban al ser humano del camino del conocimiento. Así se produjo una transvaloración y pasó a negarse lo natural (instintos), negando así la vida (antivitalismo).

¿Qué pasará cuando Occidente se dé cuenta del origen decadente de su cultura? ¿Qué sucederá cuando reparan en que RAZÓN= CONDENA DE LOS INSTINTOS= ENFERMEDAD? Se instaurará entonces el nihilismo, el sin-sentido de la cultura. Hay dos modos de afrontarlo, por lo que encontraremos el nihilismo pasivo y el activo.

El nihilismo pasivo supone no saber aceptar adecuadamente que los valores culturales son inútiles. Es una etapa caracterizada por la frustración, el aburrimiento, la inadaptación al cambio.

¿Cómo pasar del nihilismo pasivo al activo? Nietzsche lo explica mediante tres etapas:

En primer lugar estamos en la etapa del camello, que supone la asimilación de los valores y normas. En segundo lugar, está la etapa del león, que comienza a ver coas que le desagradan y las critica, hasta que al fin, contrariado, rompe con todos los valores de su cultura (esto se conoce como ‘la muerte de Dios’). Por último, una vez hemos roto con los valores, queda aceptarlo y crear otros nuevos, de manera libre y sin imponer nada a nadie. Esto nos lleva a la última etapa, la etapa del niño.

¿Qué relación tiene el niño con el superhombre? La metáfora del niño nos lleva hasta el superhombre porque ambos son libres, creativos. El superhombre (übersmench o suprahumano) ama el riesgo, no cree en Dios (él es su propio Dios, él es su propia religión), incorpora el dolor como una parte más de la vida, no hace caso a los prejuicios del resto, no se deja convencer por el rebaño, no niega, experimenta la vida. El suprahumano obra desde el deseo, desde el cuerpo, no desde la razón ni la conciencia. Se guía por la belleza, no por el deber. Su moral se convierte en pura estética dionisíaca.

 

En conclusión, nihilismo y superhombre están relacionados porque ante la llegada del primero, tras haberse puesto de manifiesto el decadente origen (miedo al devenir) de nuestra cultura y reparar en que la moral que seguimos es antinatural; solo si se responde activamente se podrá transitar hasta el segundo (superhombre). Nietzsche describe este tránsito del nihilismo pasivo (no reaccionar, frustrarse) al nihilismo activo mediante tres etapas: el camello (asimilación de los valores), el león (ruptura de los valores= muerte de Dios) y el niño (crea sus propios valores). Así la metáfora del niño nos lleva al superhombre, que es libre, se convierte en su propia religión, no impone nada y vive la vida arriesgándose y concibiendo el dolor como parte de ella.

Por último, podemos preguntarnos: ¿está nuestra sociedad preparada para responder activamente ante una supuesta llegada del nihilismo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario