FILO EBAU JULIO 2017 NIETZSCHE
1/ A continuación comentaremos el fragmento inicial de ‘El problema de Sócrates’, de la obra ‘Crepúsculo de los ídolos’ del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.
El texto habla de la vida (tema)
y de que Sócrates, al igual que muchos sabios, poseía una actitud antivitalista
(tesis).
El problema filosófico podría
ser: ¿qué error cometieron los ‘sabios de todas las épocas’?
A través de una estructura
argumentativa y de un lenguaje muy metafórico y lleno de ironía, el autor nos
conduce de la mano hasta la conclusión:
Comienza introduciendo su tesis:
los sabios ‘en todas las épocas’ (línea 1) han menospreciado la vida. Su
actitud antivitalista era muy notoria, pues de su boca salía un sonido de
‘cansancio de la vida, lleno de oposición a la vida’ (línea 3, primer
argumento).
Nos cuenta Nietzsche que Sócrates
dijo antes de su muerte que debía un gallo a Asclepio, dios de la medicina; y
que ‘estaba harto’ (línea 5, segundo argumento) de la vida. Con esto se refiere
a que Sócrates lo concebía la vida como una condena, como una enfermedad, que
llega a su fin con la muerte.
A continuación emplea la ironía:
‘consensus sapientum’ (línea 7) para referirse a todos los filósofos opuestos a
la vida, que para él están lejos de ser sabios. Por eso nos dice en tono
exclamativo que a estos sabios ‘primero se los debería examinar de cerca’
(línea 9 a 10, tercer argumento).
En la conclusión (línea 10 a 12)
el autor formula preguntas retóricas, por lo que no se trata ni mucho menos de
una conclusión cerrada, sino que invita a la reflexión. Está cuestionando la
credibilidad de los sabios, que quizás, después de todo, no lo sean: ‘¿eran
décadents?’. Y por último sugiere sirviéndose de una imagen surrealista (‘la
sabiduría en la tierra como un cuervo al que entusiasma un ligero olor a
carroña’) que la razón, la sabiduría, no es más que una enfermedad que no está
relacionada precisamente con la vida, sino con carroña, con putrefacción y
decadencia.
2/ El término ‘vida’ aparece por
primera vez en la línea 1: ‘Sobre la vida, en todas las épocas los muy sabios
han juzgado mal: no vale nada…’. También lo encontramos en la línea 3 para
continuar describiendo la actitud antivitalista de muchos sabios: cansancio de
la vida, oposición de la vida.
Para Nietzsche la vida es
energía, potencia, fuerza; y la voluntad de poder aspira a afirmarla. Nietzsche
concibe la vida como una experiencia plena, una aventura; por lo que lo lícito
es vivirla, no desaprovechar el tiempo haciendo valoraciones lógicas sobre
ella, cuando precisamente está caracterizada por no obedecer a lógica alguna,
por el cambio y el desorden.
Nietzsche distingue dos tipos de
vida: la vida descendente y la ascendente.
La primera la protagonizan
aquellos que poseen una voluntad de poder débil, reprimen sus instintos (son
unos enfermos) y encuentran el placer como ‘tranquilidad de espíritu’, como un
reposo o bostezo.
En contraposición, la vida
ascendente la protagonizan aquellos que tienen un voluntad de poder fuerte,
aprovechan sus instintos (optan por lo saludable, por afirmar la vida, son los
vitalistas) y encuentran en placer como un efecto colateral de experimentar la
vida al máximo, aunque muchas veces también se enfrentan al dolor, pues forma
parte de la vida.
3/ El nihilismo y el superhombre
¿Qué es el nihilismo y qué
relevancia tiene en la filosofía de Nietzsche? ¿Qué relación tiene con el
superhombre? ¿Qué es el nihilismo pasivo y cómo superarlo? A continuación
explicaremos, partiendo del método de análisis genealógico, qué es el nihilismo
y cómo podría superarse hasta llegar al superhombre.
Para llegar al nihilismo y al
superhombre, es necesario partir del método de análisis genealógico, que es el
que usa Nietzsche para romper ‘filosofando a martillazos’ con la razón y l
cultura occidental, mostrando su decadente origen.
Sus dardos atentan contra la
moral, la metafísica, la ciencia y el lenguaje; pero por encima de todo, contra
la RAZÓN, que es la causa a l que se deben la existencia de todos estos
elementos que conforman nuestra cultura.
¿Dónde está el origen del error?
Para hallarlo debemos remontarnos a la Antigua Grecia: Sócrates y Platón
rompieron con el equilibrio apolíneo-dionisíaco que imperaba, exaltando
únicamente lo apolíneo (lo raciona, el orden, el control…) y condenando lo
dionisíaco (lo irracional, pasional, desordenado…).
¿Por qué hicieron esto? Por
miedo. Eso es lo que hay tras nuestra cultura y tras la racionalidad: miedo.
Tenían una débil voluntad de poder, por lo que no sabían aceptar el casi y
devenir que caracteriza al mundo y decidieron crear trasmundos metafísicos tras
los que refugiarse, que serían estables, inmutables, perfectos, trascendentes,
eternos… (pero que en realidad no existen, son solo una ficción generada por la
razón y que nada tiene que ver con el mundo real).
¿Qué papel juegan en esto el lenguaje
y la moral? Bien, pues a estos filósofos, Nietzsche los llamaba
filósofos-momia, porque establecían definiciones que pretendían que fueran
universales y unívocas, a través de conceptos. Así limitaban la realidad e
ignoraban el cambio que la caracteriza.
En este sentido, también es
susceptible de crítica la ciencia, pues aunque parta de lo observado en el
mundo sensible, formula leyes con pretensión de trascendencia, olvidando la
realidad: todo deviene, no tiene sentido establecer leyes ‘universales’.
Pero además, estos filósofos, en
cuanto a la moral, en contra de la moral de señores, que potenciaba al cuerpo y
a los instintos, establecieron que lo ‘bueno’ era la prudencia, la sabiduría,
el orden…; mientras que lo ‘malo’ eran las pasiones e instintos que apartaban
al ser humano del camino del conocimiento. Así se produjo una transvaloración y
pasó a negarse lo natural (instintos), negando así la vida (antivitalismo).
¿Qué pasará cuando Occidente se
dé cuenta del origen decadente de su cultura? ¿Qué sucederá cuando reparan en
que RAZÓN= CONDENA DE LOS INSTINTOS= ENFERMEDAD? Se instaurará entonces el
nihilismo, el sin-sentido de la cultura. Hay dos modos de afrontarlo, por lo
que encontraremos el nihilismo pasivo y el activo.
El nihilismo pasivo supone no
saber aceptar adecuadamente que los valores culturales son inútiles. Es una
etapa caracterizada por la frustración, el aburrimiento, la inadaptación al
cambio.
¿Cómo pasar del nihilismo pasivo
al activo? Nietzsche lo explica mediante tres etapas:
En primer lugar estamos en la
etapa del camello, que supone la asimilación de los valores y normas. En
segundo lugar, está la etapa del león, que comienza a ver coas que le
desagradan y las critica, hasta que al fin, contrariado, rompe con todos los
valores de su cultura (esto se conoce como ‘la muerte de Dios’). Por último,
una vez hemos roto con los valores, queda aceptarlo y crear otros nuevos, de
manera libre y sin imponer nada a nadie. Esto nos lleva a la última etapa, la
etapa del niño.
¿Qué relación tiene el niño con
el superhombre? La metáfora del niño nos lleva hasta el superhombre porque
ambos son libres, creativos. El superhombre (übersmench o suprahumano) ama el
riesgo, no cree en Dios (él es su propio Dios, él es su propia religión),
incorpora el dolor como una parte más de la vida, no hace caso a los prejuicios
del resto, no se deja convencer por el rebaño, no niega, experimenta la vida.
El suprahumano obra desde el deseo, desde el cuerpo, no desde la razón ni la
conciencia. Se guía por la belleza, no por el deber. Su moral se convierte en
pura estética dionisíaca.
En conclusión, nihilismo y
superhombre están relacionados porque ante la llegada del primero, tras haberse
puesto de manifiesto el decadente origen (miedo al devenir) de nuestra cultura
y reparar en que la moral que seguimos es antinatural; solo si se responde
activamente se podrá transitar hasta el segundo (superhombre). Nietzsche
describe este tránsito del nihilismo pasivo (no reaccionar, frustrarse) al
nihilismo activo mediante tres etapas: el camello (asimilación de los valores),
el león (ruptura de los valores= muerte de Dios) y el niño (crea sus propios
valores). Así la metáfora del niño nos lleva al superhombre, que es libre, se
convierte en su propia religión, no impone nada y vive la vida arriesgándose y
concibiendo el dolor como parte de ella.
Por último, podemos preguntarnos:
¿está nuestra sociedad preparada para responder activamente ante una supuesta
llegada del nihilismo?
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