jueves, 20 de agosto de 2020

DISERTACIÓN INFLUENCIAS FILOSÓFICAS EN PLATÓN

 

DISERTACIÓN INFLUENCIAS FILOSÓFICAS EN PLATÓN

Nuestro mundo es un todo, un todo que cambia. El día pasa a ser noche y todo lo vivo muere. ¿Podemos extraer de este mundo sensible conocimiento verdadero? ¿Es eso posible? Independientemente de la respuesta, hablando simplemente de alcanzar la verdad: ¿Cuál sería la vía para alcanzarla? Y esa verdad, hablando de una verdad auténtica, que no da cabida a duda alguna: ¿es relativa o absoluta?

Por último, cambiando de tema, yéndonos a lo político: ¿cómo debe de ser el perfecto gobernante? Queremos que sea justo, pero ¿cómo asegurarnos de eso?

 

A continuación expondremos primero algunos aspectos en los que Platón discernía con los sofistas, a continuación hablaremos de las influencias filosóficas de Parménides y de los pitagóricos, para explicar después qué idea compartía con Heráclito y cuál no. Cerraremos después el tema abierto al principio (sobre los sofistas), dejando para el final la influencia socrática en Platón.

Platón estaba totalmente en desacuerdo con la política ateniense de su época, así como con la que proponían los sofistas. El empirismo político sofista tomaba por justo lo que la mayoría considerara como tal. Para Platón esto era como si un médico recetase a un paciente lo que le pide, no lo que realmente necesita. Así mismo, estaba en desacuerdo con su forma de educar, ya que consistía en formar a ciudadanos que aspirasen a tener éxito social o en política mediante el arte de la palabra. Muchos de ellos presumían de convencer a alguien de una cosa y luego, de lo opuesto. ¿Cómo iban a surgir así políticos que supieran gobernar con JUSTICIA?

Pero es que además, los sofistas pensaban que “lo mismo es ser y parecer” y que “todo conocimiento es simple opinión”. Esto contraría a Platón, que aprehendió del filósofo presocrático Parménides justo lo contrario:

Parménides distingue dos vías de conocimiento: la de la Verdad y la de la opinión. La primera la protagoniza la razón, mediante la cual podremos conocer la realidad auténtica: captar el SER de las cosas, aquello que permanece eterno e inmutable. (Ese Ser equivale a las Ideas de Platón). La segunda vía la protagonizan los sentidos; y al tratarse del mundo sensible, cambiante, solo podremos extraer opiniones. La verdad no cambia, pero lo que percibimos con nuestros sentidos, sí.

¿Alguien más menospreciando los sentidos? Sí, los pitagóricos, cuyas ideologías aceptó Platón.

Como hemos dicho, los pitagóricos tenían ese mismo punto de vista sobre el conocimiento sensible. Ellos pensaban que para conocer la realidad debíamos servirnos del razonamiento matemático. Las matemáticas eran fundamentales para ellos (y para Platón), pues consideraban que los números constituían la esencia de todo, esencia a la que debía acceder el alma para liberarse de la cárcel que el cuerpo era para ella. ¿Pero cómo lograr eso? La respuesta es: aprendiendo matemáticas y filosofía.

Tras sucesivas reencarnaciones y con un buen maestro y orientador, el alma podría liberarse, recordando lo que había aprendido en su vida anterior. Por eso Platón dice que aprender es recordar.

Por otro lado; ¿podemos acceder a esa esencia de la realidad fijándonos en la naturaleza, en las leyes que la rigen? Platón nos dirá que no (pues la naturaleza pertenece al mundo sensible), en contraposición a Heráclito, del que solo aceptará la que “todas las cosas están en movimiento y nada está fijo”.

Otros pensadores que nos hablan de cambios son los sofistas, de quienes ya hemos dejado claro que sus ideas distaban mucho de las de Platón, y por ende, de las de su maestro Sócrates (de quien más influencias recogió).

Los sofistas afirman que toda verdad cambia al ser relativa (lo mismo ocurre con la justicia, el mal…) y que sería imposible conocerla mediante la razón humana (escepticismo).

Sócrates nos dice que lo que son relativas son las opiniones acerca de la verdad, pero no la verdad; que fue, es y será siempre la misma. Platón hereda esta concepción absolutista de la verdad y de los valores morales.

Esta verdad absoluta puede ser buscada a través de la razón y del lenguaje. He aquí el método educativo socrático: la dialéctica, que consta de dos fases.

En la primera (ironía), se bombardea a preguntas al discípulo y ante sus respuestas irreflexivas, reconocerá su ignorancia. Entonces ya está listo para conocer la verdad (fase mayéutica), con mucho esfuerzo y reflexionando, con un buen orientador. Esa verdad inmutable se ha de formular con una definición universal, que exprese la esencia permanente de cualquier realidad (como la Idea de Justicia en sí frente a una acción justa).

Hablando de justicia, podemos explicar el intelectualismo moral de Sócrates, que Platón aplicó a la política:

Una persona justa no puede serlo si no conoce la esencia de justicia. Por eso Platón dice que solo los filósofos pueden ser gobernantes perfectos, ya que han alcanzado la Idea de Justicia y pueden afirmar qué se acerca o se aleja de ella en el mundo sensible. Queda la ética subordinada a la política.

 

En conclusión, quien más influenció a Platón fue Sócrates, que estaba tan en contra como él de los sofistas y que iba en busca de las definiciones universales y eternas para comprender la realidad. Además, ambos creían que la verdad era única y absoluta y confiaban en un método educativo más interactivo que el sofista (a través del diálogo).

El desprecio del cuerpo, la liberación del alma al aprender, las matemáticas… son el legado de los pitagóricos para Platón; así como la vía de la razón para conocer, en lo que Parménides también está de acuerdo.

De este último recoge la idea del Ser (Ideas), lo inmutable, ingénito e imperecedero de la realidad, el conocimiento verdadero.

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