FILO EBAU JUNIO 2019 PLATÓN
1/ A continuación comentaremos un fragmento del Libro VII de ‘La República’ de Platón.
El texto habla de política y educación (tema) y defiende la
necesidad de conocer la Idea de Bien para gobernar bien (tesis).
A través de una estructura argumentativa, en forma de
diálogo, el autor nos conduce hasta su conclusión:
Comienza Sócrates diciendo quiénes no son aptos para
gobernar bien una ciudad: ‘ni los ineducados’ (línea 1, primer argumento), ‘ni
tampoco aquellos a los que se les permite seguir estudiando hasta el fin’
(línea 3, segundo argumento). Los primeros porque no tienen presente el
objetivo de gobernar ni su vida ni la sociedad justamente; y los segundos
porque ‘teniéndose por transportados en vida a las islas de los
bienaventurados’ no se implicarán para compartir su conocimiento con los demás
y mejorar la sociedad.
Por eso, se debería forzar a aquellos que ‘lleguen al
conocimiento del cual decíamos antes que era el más excelso’ (línea 9, tercer
argumento), esto es, a aquellos que han contemplado la Idea de Bien; que tras
este ascenso dialéctico, realizaran el descenso dialéctico.
Este descenso dialéctico queda plasmado en la conclusión
(líneas 13 y 14): ‘bajar de nuevo’. Eso sería lo que deberían hacer los
conocedores de la Idea de Bien, para situarse ‘junto a aquellos prisioneros’ y
gobernar justamente, de acuerdo a la armonía aprehendida en la Idea de Bien.
Los prisioneros son una metáfora de aquellos que viven en el mundo de las
apariencias, ignorantes y conformes con su ignorancia. El buen filósofo-gobernante
debería ayudarlos.
2/ El término ‘conocimiento’ aparece por primera vez en el
texto en la línea 9: ‘obligar a las mejores naturalezas a que lleguen al
conocimiento del cual decíamos antes que era el más excelso…’.
Platón distingue diferentes niveles de conocimiento: el
conocimiento auténtico (episteme) y la opinión (doxa).
La episteme es el nivel superior del conocimiento, el saber
acerca del mundo de las Ideas. Es claro, verdadero, objetivo y no relativo, su
fuente es la inteligencia, y no los sentidos. Para alcanzar el conocimiento de
lo auténticamente real (las Ideas) habrá que dirigir nuestra alma hacia la
esfera de lo inmaterial y abstracto. Para ello es necesario una educación
primero basada en las matemáticas (de las que obtenemos un grado de
conocimiento inferior que de las Ideas: dianoia, pensamiento abstracto) y
finalmente, en la dialéctica (para conocer las Ideas, de las que obtenemos
conocimiento en sentido estricto o noesis).
La opinión o doxa es un grado de saber inferior a la episteme;
el saber acerca de la realidad sensible y material. Es un saber oscuro,
confuso, poco fiable, relatico y cambiante, y su fuente son los sentidos, que
son engañosos. El saber acerca de las cosas sensibles, sin embargo, nos acerca
al mundo inteligible en cuanto a que aquellas son copias de las Ideas.
Platón defiende un innatismo del conocimiento: en el alma de
cada ser humano existen, desde el momento de su nacimiento, ciertos
conocimientos y nociones innatas sobre las Ideas, pero son conocimientos oscuros
y confusos que solo pueden cobrar claridad mediante una educación adecuada que
nos encamine a la contemplación directa de las Ideas.
3/ Teoría de la educación
¿Qué es realmente educar? ¿Para qué educar? ¿Qué fines debe
perseguir la educación y cuál es la mejor manera de alcanzarlos? ¿Qué
diferencia hay entre instruir y educar? ¿Basta el conocimiento para educar
integralmente a la persona, también en su faceta moral? ¿Qué relación tiene la
educación con la política en la filosofía de Platón? ¿Hasta qué punto la teoría
de la educación de Platón se contradice con la de los sofistas? ¿Cuál es la
educación que debería recibir el filósofo gobernante? ¿De qué manera influyó
Sócrates en su concepción de la educación? A continuación abordaremos la teoría
platónica de la educación partiendo del mito de la caverna hasta llegar a su
propuesta política.
Platón solía recurrir a mitos para explicar mejor su
pensamiento. Así encontramos el mito de la caverna, con el cual nos enseña qué
es la educación. Comienza con una caverna oscura, en la que los prisioneros,
encadenados, no pueden mirar más que una pared en la que se proyectan las
sombras de las cosas. La caverna simboliza el mundo sensible y el exterior es
el inteligible. Entonces, se libera, a la fuerza, a un prisionero que sale de
la caverna y queda deslumbrado por la luz del exterior, del mundo de las Ideas.
Acostumbrado a no contemplar nada más que sombras, necesita un tiempo para
acostumbrarse y que la luz no le ciegue, para poder contemplar aquellos objetos
de los que antes solo podía conocer sus imperfectas sombras (estos son las
Ideas, objetos del auténtico conocimiento). Así, a través de la razón, con un
gran esfuerzo y la orientación de un buen maestro, el prisionero liberado va
subiendo poco a poco una escarpada cuesta que simboliza el costoso proceso
educativo. Este ascenso dialéctico concluye cuando se llega a la Idea de Bien,
que alumbra a las demás Ideas y posibilita su conocimiento. El conocimiento de
la Idea de Bien es el conocimiento global de todas las Ideas.
¿Qué sería lícito que hiciera el prisionero liberado una vez
ha aprehendido las Ideas de Justicia y Bien? Lo lícito sería que volviera a la
caverna (descenso dialéctico), al mundo de las sombras, para liberar y ayudar a
los demás prisioneros, para compartir su sabiduría con el resto.
¿Cómo reaccionarán los prisioneros? Pues se reirán de él,
como ignorantes que son, y conformes con su ignorancia, puesto que jamás han
conocido otra cosa diferente que las sombras y se hallan cómodos en su entorno
cotidiano.
Como hemos visto, para Platón el fin de la educación es
conducir a la Verdad (la correcta visión del mundo de las Ideas), al auténtico
conocimiento o episteme. En contraposición, los sofistas de su época, ven en la
educación un medio para adquirir elocuencia y alcanzar el éxito social, en un
proceso en el que el protagonista es el maestro y en el que más que de educar,
hablaríamos de instruir (abogan por la simple asimilación de conocimiento).
Platón, y también su mentor, Sócrates, veían la educación como un proceso
activo en el que el protagonismo recae sobre el alumno y en el que este ha de
razonar y esforzarse para conocer la Verdad (para ellos absoluta y universal).
A propósito de los fines de la educación, Platón considera
que el filósofo, el sabio, bien educado, debe asumir compromisos con la
sociedad, puesto que al haber contemplado las Ideas de Justicia y de Bien,
sabrá gobernar bien y justamente su vida y la polis (intelectualismo moral
socrático). Así, la educación en Platón, nos conduce directamente a política y
a su teoría del filósofo gobernante. Y esto nos lleva a su concepción del
Estado Ideal, gobernado, por supuesto, por los filósofos (que poseen las
mejores naturalezas –puesto que predomina en su alma la parte racional- y han
recibido una educación adecuada, con las matemáticas como preámbulo a la
dialéctica, por ser los objetos matemáticos más imperfectos que las Ideas).
¿Qué otras clases sociales encontramos en su propuesta
social? Encontramos los guardianes (en ellos predomina la parte irascible del
alma y su virtud es la valentía) y los productores (comerciantes, campesinos,
obreros, asalariados… en los que predomina la parte apetitiva del alma y cuya
virtud es la moderación). Siguiendo el equilibrio que existe en un alma armoniosa
y justa (la parte racional domina a las otras dos), es lógico que Platón
plantee el mismo equilibrio en la polis: el más sabio es el que debe gobernar.
En conclusión, Platón nos explica qué es para él la
educación mediante el mito de la caverna: un proceso costoso para llegar a
contemplar la Verdad guiado por un buen orientador que dirija al alma al mundo
inteligible (ascenso dialéctico). Y entonces, una vez bien aprehendidas las
Ideas de Justicia, Belleza y Bien, regresar al mundo sensible (descenso dialéctico,
en el mito, el retorno a la caverna) para tratar de imprimir su armonía en el
mundo sensible: en la sociedad, gobernándola, y en la propia vida. Así, la
educación en Platón, contrapuesta a la concepción de la educación en los
sofistas, nos lleva a su propuesta política del filósofo-gobernante y a su
teoría de la organización social partiendo del intelectualismo moral socrático
(obra bien el que conoce el Bien).
Por último, podemos preguntarnos: ¿no sería mejor nuestra
sociedad si tratáramos, como Platón, de aplicar el intelectualismo moral
socrático en política?
4/ Parménides y Platón
Platón aceptará de Parménides de Elea la oposición entre el
conocimiento engañoso procedente de los sentidos y el conocimiento verdadero
que ofrece la razón, entre apariencia sensible y realidad auténtica. Así, la
vía de opinión y de la verdad en Parménides son un antecedente de la distinción
platónica entre conocimiento científico y opinión. Además, las Ideas son
eternas e inmutables, como el Ser de Parménides; y ambos tienen una concepción
absolutista de la Verdad.
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