jueves, 20 de agosto de 2020

FILO JULIO 2019 EBAU EJEMPLO RESUELTO (Descartes y Nietzsche)


FILO JULIO 2019 EBAU EJEMPLO RESUELTO (Descartes y Nietzsche)

 OPCIÓN PRIMERA

DESCARTES

1/ A continuación comentaremos un fragmento de la primera parte de la obra ‘Discurso del método’ del filósofo francés René Descartes.

En él el autor habla del método (tema) y de qué le ha sido muy provechoso en su búsqueda de la Verdad.

El problema filosófico sería: ¿ha sido útil el método de conocimiento empleado?

A través de una estructura expositiva y en un tono muy autobiográfico el autor nos conduce a su conclusión:

Comienza afirmando que juzga acertado haberse ‘metido desde joven por ciertos caminos’ (líneas 1 a 2), en busca de la Verdad, ya que mientras efectuaba dicha búsqueda, ha ido conformando su propio modo de proceder, su propio método, al que define como: ‘medio para aumentar gradualmente mi conocimiento y elevarlo…’ (línea 3 a 4). Resuena aquí el eco de humildad socrático, pues dice que elevará su conocimiento hasta donde sus límites (‘mediocridad de mi ingenio’) y el fugaz tiempo le permitan.

En la línea 5 nos dice que su método ha sido fructífero y que ante la duda, se inclina más por ser cauteloso que por la presunción. Cuenta que observa lo que otros hacen y no encuentra ninguna tarea que lleven a cabo que no le parezca ‘vana e inútil’ (línea 8); mientras que cree que él sí que ha progresado adecuadamente en su ‘investigación de la verdad’ (línea 10).

En la conclusión (líneas 10 a 12), nos dice que de entre todas las cosas de las que un hombre puede ocuparse, no cree que haya ‘alguna sólidamente buena e importante’ como lo es la que ha elegido: la búsqueda de la Verdad.

2/ El término ‘método’ aparece por primera vez en la línea 3, y Descartes lo define como ‘un medio para aumentar gradualmente mi conocimiento y elevarlo poco a poco…’. Después en la línea 5 dice: ‘tales frutos he recogido ya de ese método’, es decir, le ha servido para progresar, como dice más adelante, en la investigación de la Verdad (línea 10), que es el objetivo de su filosofía. Por eso podemos decir que el método en la filosofía de Descartes es el camino a la verdad.

Si la razón bien empleada es infalible, es necesario un método para su correcta utilización, el cual servirá para todas las ciencias sin excepción, pues todas forman parte de una realidad y Verdad únicas.

Entiende Descartes por método una serie de ‘reglas ciertas y fáciles, tales que aquel que las observe no tome nunca algo falso por verdadero y (…) llegue a la comprensión de todas las cosas que no sobrepasen sus capacidades’.

La razón se ejercita a través de la intuición y la deducción, por lo que las reglas del método son normas para utilizarlas correctamente. El método de Descartes está inspirado en las matemáticas, que han demostrado ser rigurosas. Propone cuatro reglas:

1) No admitir como verdadero nada que no sea absolutamente evidente, nada sobre lo que quepa la más mínima duda. Solo se aceptará lo que sea verdaderamente intuido.

2) Dividir cada dificultad en tantas partes como sea necesario para su mejor solución. Es la regla del análisis.

3) A partir de esos datos simples y evidentes se van construyendo conocimientos más complejos. Es la regla de la síntesis.

4) Comprobar que en el proceso no existe error alguno.

3/ ‘Morale par provision’

Mientras Descartes buscaba la Verdad necesitaba proveerse de unos mínimos morales, puesto que la voluntad no puede privarse de actuar. Esa fue la razón que le llevó a diseñar su moral provisional. ¿En qué consiste? ¿Qué importancia tiene en su filosofía? ¿Por qué la calificamos de provisional? A continuación explicaremos las cuatro máximas que componen la moral provisional que nuestro filósofo expone en la tercera parte del ‘Discurso del método’.

 

La moral provisional es un instrumento metódico del que Descartes se sirve mientras busca unos cimientos firmes y seguros en su filosofía, que es la base del edificio del conocimiento. Debe derribar este último, para reconstruirlo después, siendo ya conocedor de la Verdad. En este proceso, en el ámbito teórico, es capaz de aplicar la duda metódica. Pero en el ámbito práctico, la cualidad del alma humana de actuar (la voluntad), no puede privarse de hacerlo. Y de ahí deriva entonces su necesidad de construirse una moral provisional, una vivienda ‘donde poder estar cómodamente alojado’ mientras trabaja en la construcción del edificio definitivo de la ciencia.

La moral provisional, compuesta por cuatro mínimos morales, se califica con tal adjetivo porque es una herramienta de la que Descartes se PROVEE no porque sean preceptos transitorios, pues se mostrarán como definitivos en el ‘Tratado de las pasiones’.

El primer principio consiste en la sumisión a la religión católica y a las leyes y costumbres se su país, no porque estén por encime de las de otros territorios, sino porque es más práctico seguir lo establecido en la zona en la que vive; y también para evitar problemas sociopolíticos y religiosos. Así Descartes consigue la tranquilidad de espíritu sin la que sería imposible buscar la Verdad.

Pero habiendo más de un camino, ¿cuál escoger, aún en estado de incertidumbre? La respuesta de Descartes sería el camino del centro, siguiendo así la teoría aristotélica del justo medio: se busca la moderación; los extremos no son buenos. El camino medio, debido a su equidistancia, en caso de ser erróneo, estaría más cerca de la Verdad que los extremos.

En esta moderación defiende también la necesidad de eludir compromisos que aten nuestra libertad en el futuro, ya que no que nos parece bien hoy, nos podría parecer mal mañana. Puede que nuestra opinión no sea la misma cuando se hizo la promesa que en el presente.

A continuación, en la segunda máxima expone la necesidad de resolución y firmeza en sus acciones. Para ello utiliza la analogía del bosque: si los viajeros que se pierden en el bosque no cesan de andar de un sitio para otro, se paran un rato, dan vueltas y vueltas… sin tomar la decisión de seguir un camino rectamente; no llegarán a ningún sitio, pues siempre seguirán perdidos. Por el contrario, si siguen una única dirección, al menos llegará a alguna parte. Y si se elige un camino equivocado, ¿sería lógico sentir remordimientos? No, pues la elección se hizo con la mejor intención posible.

Así, en el ámbito de la acción, sí que se acepta lo que aparezca como probable aunque resulte ser un error (porque no podemos dejar de actuar); pero no en el ámbito teórico, en el que mediante la razón se aprobará solo aquello ante lo que no quepan dudad (claridad y distinción).

En la tercera máxima se aborda el control de las pasiones por la razón. Descartes hace alusión a los estoicos (antiguos filósofos griegos) y simpatiza con ellos en la idea de no cambiar el orden mundo, de no aspirar a metas imposibles, sino aceptar lo límites que la naturaleza establece. ¿Cómo impedir entonces que los apetitos y deseos nos dominen y nos lleven a luchar por objetivos inalcanzables? Mediante el ejercicio de la razón. Tras mucho tiempo reflexionando, Descartes comprende que lo único que podemos hacer es controlar nuestros deseos y no anhelar nada que esté fuera de nuestro alcance.

Por último, en la cuarta máxima, Descartes cuenta que ha decidido dedicar toda su vida e cultivar su razón y avanzar en el conocimiento de la Verdad siguiendo su método inspirado en las matemáticas; ya que no había encontrado en ninguna otra cosa mayor satisfacción que en descubrir verdades.

Sin estas máximas, no habría sido capaz de limitar sus deseos ni de estar contento. Afirma que habrá que ‘juzgar bien para obrar bien’ (intelectualismo moral socrático). Hay que conocer lo mejor (el bien) para elegir las mejores opciones (adquirir las virtudes) y poder ser feliz. Descartes aspira como Aristóteles a la sabiduría tanto teórica como práctica.

 

En conclusión: en su búsqueda de la Verdad, como no se puede suspender la voluntad, Descartes diseña un moral provisional que le servirá para orientarse en la vida cotidiana mientras su razón trata de encontrar esos cimientos firmes para levantar el edificio del conocimiento. Resume en cuatro preceptos sus mínimos morales. El primero es seguir las leyes y costumbre de su país para lograr la tranquilidad de espíritu, guiándose en sus elecciones por el justo medio aristotélico (los extremos son viciosos). La segunda norma consiste en ser firme y decidido en sus acciones, evitando la incertidumbre e inseguridad en el ámbito práctico. La tercera normal, que enlaza con el estoicismo, destaca la necesidad de que la razón controle los deseos y apetitos, pudiendo así adaptarlos a sus posibilidades reales. En la cuarta norma nos habla de potenciar la razón, de la importancia de conocer el bien para obrar bien (intelectualismo moral socrático) y así ser feliz (fin aristotélico).

 

Tras analizar la moral provisional cartesiana, ¿podría considerarse que estos preceptos creados con el pretexto de orientar su voluntad, significaron también orientar su razón, aun cuando afirmaba dudar de todo?

4/ Descartes y la condena de Galileo

Descartes conoció la condena de Galileo Galilei (1633) por la Santa Inquisición, por defender el movimiento terrestre. Por eso, Descartes no publicó su obra ‘Tratado del mundo y de la luz’, en la que exponía su concepción mecanicista del mundo y defendía la tesis galileana. Descartes teme enfrentarse a la Iglesia, bien por temor a ser condenado también, o bien por mantenerse fiel a sus creencias religiosas. De todas maneras, en el ‘Discurso del método’ leemos con cuán cautela aborda temas religiosos o políticos.

OPCIÓN SEGUNDA

NIETZSCHE

1/ A continuación comentaremos un fragmento de ‘La moral como contranaturaleza’ de la obra ‘Crepúsculo de los ídolos’ del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

En él el autor habla de la figura del moralista (tema) y lo ridiculiza por dictar en imperativo cómo debería ser el ser humano, algo que resulta antinatural (tesis).

El problema filosófico podría ser: ¿por qué el moralista es antivitalista?

A través de una estructura argumentativa el autor nos conduce hasta la conclusión:

Comienza señalando la ‘ingenuidad’ (línea 1) que encuentra en la moral, entendiendo como moral la doctrina que exclama: ‘¡el ser humano debería ser de tal y tal manera!’ (primer argumento). Resulta que la naturaleza ‘nos muestra una riqueza fascinante de tipos’ (línea 2), es múltiple y cambiante. Y el moralista, negando toda multiplicidad y devenir (segundo argumento), marca pautas y establece cómo debería ser el ser humano (por eso ‘sabe incluso cómo debería ser él’, que también es humano). Nietzsche ridiculiza al moralista: es un pelagatos y mojigato (línea 5) y lo peor es que quiere imponer su punto de vista a todo el mundo (tercer argumento).

El ser humano es solo una parte más, ‘un fragmento de fatum’ (línea 7 a 8), de un todo, de nuestro mundo múltiple y que deviene. Por eso ordenarle que se haga diferente a como es de modo natural, va contra la misma naturaleza (cuarto argumento).

En la conclusión (línea 9 a 10) Nietzsche destaca que los moralistas no crean una moral solo para ellos mismos, sino que pretenden que todos la sigan estrictamente. Por eso nos dice que han querido al ser humano ‘a su imagen, a saber, como un mojigato’ (línea 11). Resalta para concluir su indignación con los moralistas mediante exclamaciones, pues son antivitalistas (‘negaron el mundo’ y su devenir y multiplicidad), lo cual es una locura (línea 11) y los llena de inmodestia (línea 12).

2/ El término ‘moralista’ aparece por primera vez en el texto en la línea 4: ‘cualquier mezquino holgazán que se las da de moralista…’; y una segunda vez en la línea 6: ‘cuando el moralista se dirige simplemente al individuo y le dice: “tú deberías ser de tal y tal manera”, no deja de ponerse en ridículo.’.

Los moralistas a los que Nietzsche critica son muchos (el sacerdote, filósofos…) y tratan de imponer normas y pautas de comportamiento al ser humano. Crean una moral que condena, intentan aprovecharse del hombre y rechazan todo aquello que sea diferente, intentado a toda costa hacer creer que su interpretación de la vida es única y verdadera. Los moralistas son unos decadentes que no saben afirmar la vida, que son demasiado cobardes para aceptar su multiplicidad y devenir, y por eso crean valores y pretenden que sean universales. El que no sigue la moral será ‘la oveja negra’ del rebaño, dado el carácter gregario que originan al imponer unos mismo valores y éticas a todos.

En contraposición, encontraríamos el término inmoralista, que define a aquel que acepta todas las interpretaciones de la vida sin negar ninguna, entendiendo que todas son igual de válidas (perspectivismo). Siempre afirman y experimentan la vida. No intentan imponer nada a nadie y no se dedican a reprimir aquello que no coincide con su ideal.

3/ El nihilismo y el superhombre

¿Qué es el nihilismo y qué relevancia tiene en la filosofía nietzscheana? ¿Qué relación tiene con el superhombre? ¿Cómo superar el nihilismo pasivo? ¿Por qué la metáfora del niño nos lleva hasta el superhombre? ¿Cómo es el superhombre? ¿Qué rasgos lo caracterizan? A continuación explicaremos, partiendo del método de análisis genealógico, qué es el nihilismo y cómo podría producirse la llegada del superhombre.

 

Para llegar al nihilismo y al superhombre, es necesario partir del método de análisis genealógico, que es el que utiliza Nietzsche para romper ‘filosofando a martillazos’ con la razón y la cultura occidental, mostrando su decadente origen.

Sus dardos atentan contra la moral, la metafísica, la ciencia y el lenguaje; pero por encima de todo, contra la razón, que es la causa a la que se deben la existencia de todos estos elementos que conforman nuestra cultura.

¿Dónde está el origen del error? Para hallarlo debemos remontarnos a la Antigua Grecia: Sócrates y Platón rompieron con el equilibrio apolíneo-dionisíaco que imperaba, exaltando lo apolíneo (lo racional) y condenando lo dionisíaco (lo irracional, pasional, desordenado, caótico…).

¿Por qué hicieron esto? Por miedo. Eso es lo que hay tras nuestra cultura y tras la racionalidad. Tenían una débil voluntad de poder, por lo que no sabían aceptar el caos y devenir que caracteriza al mundo y decidieron crear trasmundos metafísicos tras los que refugiarse, que serían estables, inmutables, perfectos (pero que en realidad no existen ni nada tienen que ver con la realidad).

¿Qué papel juega en esto el lenguaje y la moral? Bien, pues a estos filósofos, Nietzsche los llamaba filósofos-momia, porque establecían definiciones que pretendían que fueran universales y unívocas bajo conceptos. Así limitaban la realidad e ignoraban el cambio que la caracteriza; así como la ciencia, con sus leyes que pretenden ser trascendentes, cuando la realidad es que todo deviene. Pero es que además, en cuanto a la moral, en contra de la moral de señores, que potenciaba al cuerpo y a los instintos, establecieron que lo ‘bueno’ era la prudencia, sabiduría, etc.; mientras que lo ‘malo’ eran las pasiones e instintos que apartaban al ser humano del camino al conocimiento. Así se produjo una transvaloración y pasó a negarse lo natural (instintos), negando así la vida (antivitalismo).

¿Qué pasará cuando Occidente se dé cuenta del origen decadente de su cultura? ¿Qué sucederá cuando reparen en que: RAZÓN=ENFERMEDAD? Se instaurará entonces el nihilismo, el sin-sentido de la cultura. Hay dos modos de afrontarlo, por lo que encontramos el nihilismo pasivo y el activo.

El nihilismo pasivo supone no saber aceptar adecuadamente que los valores culturales son inútiles. Es una etapa caracterizada por la frustración, el aburrimiento, la inadaptación al cambio.

¿Cómo pasar del nihilismo pasivo al activo? Nietzsche lo explica mediante tres etapas:

En primer lugar estamos en la etapa del camello, que supone la asimilación de los valores y normas. En segundo lugar, está la etapa del león, que comienza a ver cosas que le desagradan y las critica, hasta que al fin, contrariado, rompe con todos los valores de su cultura (esto se conoce como ‘la muerte de Dios’). Por último, una vez hemos roto con los valores, queda aceptarlo y crear otros nuevos, de manera libre y sin imponer nada a nadie. Esto nos lleva a la última etapa, la etapa del niño.

¿Qué relación tiene el niño con el superhombre? La metáfora del niño nos lleva hasta el superhombre porque ambos son libres, creativos. El superhombre (übersmench o suprahumano) ama el riesgo, no cree en Dios (él es su propio Dios, él es su propia religión), incorpora el dolor como una parte más de la vida, no hace caso a los prejuicios del resto, no se deja convencer por el rebaño, no niega, experimenta la vida. El suprahumano obra desde el deseo, desde el cuerpo, no desde la razón ni la conciencia. Se guía por la belleza, no por el deber. Su moral se convierte en pura estética dionisiaca.

 

En conclusión, nihilismo y superhombre están relacionados porque ante la llegada del primero, tras haberse puesto de manifiesto el decadente origen (miedo al devenir) de nuestra cultura y reparar en que la moral que seguimos carece de sentido, solo si se responde activamente se podrá transitar hasta el segundo (superhombre). Nietzsche describe este tránsito del nihilismo pasivo (no reaccionar, no hacer nada, frustrarse…) al nihilismo activo a través de tres etapas: el camello (asimilación de los valores), el león (ruptura de los valores= muerte de Dios) y el niño (crea sus propios valores). Así la metáfora del niño nos lleva al superhombre, que es libre, se convierte en su propia religión, no impone nada y vive la vida arriesgándose y concibiendo el dolor como parte de ella.

Por último, podemos preguntarnos: ¿está nuestra sociedad preparada para responder activamente ante la supuesta llegada del nihilismo?

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